PATRIARCA ECUMÉNICO BARTOLOMÉ I EN EL FORO ECONÓMICO MUNDIAL 2020.
La ciudad de Davos, al este de Suiza, una vez al año además de ser un centro de turismo se transforma en un corazón que palpita a más revoluciones. Para quien hizo su entrenamiento anual, pasó el chequeo médico y obtuvo el apto para asistir puede esgrimir las fotos de estadía y agregar a su currículum.
Al evento anual del Foro Económico Mundial, se asiste por invitación o por pertenecer al círculo de personalidades asociadas, de cualquier modo la sensación es que allí se reúne buena parte de la élite mundial, sea por su influencia o prestigio.
Aunque a nadie escapa que tiene toda la fisonomía de exclusividad.
Por allí pasan para hacer su presentación en el Foro, empresarios, políticos, jefes de Estado, líderes religiosos, millonarios, académicos, investigadores, filántropos, y otros.
El escenario se constituye en ámbito válido para expresar buenas intenciones económicas, manifiestos políticos, críticas al sistema capitalista, y otras disertaciones.
Las calles de Davos también son utilizadas para expresar protestas con relativa influencia hacia el interior y exterior del claustro.
EL PAPEL DE LA FE PARA UN MUNDO COHESIVO Y SOSTENIBLE.
Luego de esta introducción destaco la asistencia por tercera vez al foro de SER Bartolomé I, Arzobispo de Constantinopla, Nueva Roma y Patriarca Ecuménico desde 1991, quién realizó su ponencia con foco en el cambio climático y la crisis ecológica.
En pasajes medulares destacó la importancia de la fe y de la Iglesia Ortodoxa en momentos cruciales sobre el futuro de la humanidad y el mundo, donde "la fe es un capítulo importante en la historia de la cultura"; al mismo tiempo enfatizó que "la cultura no puede entenderse sin tener en cuenta el impacto que la fe tiene en ella".
Pero además destacó el papel del diálogo como el medio más efectivo para abordar esos problemas.
De manera enfática sostuvo que "el diálogo es un gesto y una fuente de solidaridad; conduce a la superación de los prejuicios y la desconfianza; promueve la familiarización y el aprecio mutuos; y genera respeto por la otredad".
Al mismo tiempo descartó utilizar la religión como bandera de violencia para promover el terror, la guerra y la intolerancia, sostiene que esta invocación es propia "del fundamentalismo y el extremismo, que consideran su propia ideología e intereses como una verdad que debe imponerse a los demás", en síntesis "cualquier crimen presuntamente cometido en nombre de Dios es en realidad un crimen contra Dios".
En línea con perseguir un mundo de paz y justicia, con la finalidad de "comprender las creencias y los valores de otras personas", es imprescindible establecer un diálogo y coexistencia pacífica.
En otros párrafos de la exposición recordó al valor y la importancia de la "solidaridad",
en "las luchas por la justicia social, la libertad y la dignidad", agregando que en términos de fraternidad bíblica, "el término solidaridad contiene los dos pilares inquebrantables del humanismo: la justicia y el amor".
En visión diferente a Darwin afirmó que "la cultura de solidaridad significa una vida donde la "ley del más apto" no es predominante, sino más bien la fuerza de la ley y la justicia".
En este sentido, el Patriarcado Ecuménico declaró 2013 como "el año de la solidaridad universal", en la convicción que "la actual crisis económica y social mundial en última instancia expresa una falta de solidaridad".
Recalcando que esta inmensa crisis es el resultado de una crisis espiritual más amplia. La humanidad necesita una cultura renovada de solidaridad que transforme nuestra sociedad de "tener" en una sociedad de "ser".
Porque en definitiva "ningún líder único ni un solo estado, y una sola religión, de hecho, ninguna ciencia y una sola institución pueden enfrentar los desafíos contemporáneos solos".
La individualidad por destacada y superlativa es insuficiente para superar la crisis, afirmando Bartolomé I la necesidad de objetivos y esfuerzos de colaboración comunes, porque ante la actual crisis "contemporánea internacional y globalizada, todas las comunidades religiosas deben renovar su mensaje, y ofrecer un modelo alternativo de vida dentro de una cultura globalizada".
Finalmente el Patriarcado Ecuménico los invita a todos a unirse a estos esfuerzos.
Juan José Dimas.
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